lunes, 20 de diciembre de 2010

La Dama del Corralín

En uno de los lugares más agrestes y recónditos del occidente asturiano, cercado por la selva que forman las estribaciones de la reserva biológica de los montes de Muniellos y las antiguas explotaciones de oro de época romana, se encuentra la pequeña aldea del Corralín. Por extraños designios de repartos territoriales, pertenece al concejo de Degaña, aunque enclavada en el interior del concejo de Ibias.
Se accede principalmente por Sisterna, aunque en tiempos pasados había comunicación por caminos y senderos con Tablado y El Bao.


Precisamente desde el cementerio común de Cisterna y El Bao, parte un camino que atravesando un tupido bosque de castaños, nos conduce en una hora, más ó menos a este apartado enclave, después de atravesar por rústicos puentes varias riegas y riachuelos, que logran con dificultad abrirse paso por aquellas peñas inverosímiles.


El pueblo, abandonado por sus últimos vecinos en el año 1969, nos decía Braulio, uno de sus últimos moradores, que antes de su actual ubicación, estaba situado en la collada, al este de Tablado, donde aún se conservan restos , pero problemas con el ganado, que se escapaba a los pastos de Laron, y las inclemencias que sufrían al estar en lugar tan expuesto, los decidió a trasladarse a un lugar cerca del río Ibias, próximo a El Bao.


Allí, donde actualmente perviven las ruinas de sus casas, hubo hace tiempo un prospera comunidad de vecinos, que lo habitaban en los dos barrios que lo componían; El barrio de Abaxo, con 10 casas y la capilla dedicada a San Miguel, y el de arriba, con un molino y un par de edificios.

Capilla de San Miguel


Tenía, nos cuenta Braulio, dos bares, uno de los cuales regentaba él precisamente, y llegó a contar con una abundante población, a pesar de su aislamiento, según nos describe Bellmunt:

El diccionario geográfico de Bellmunt decía así: "San Luis de Tablado.- P. En la Prov. Y dioc. de Oviedo, part. Jud. de Grandas de Salime, ayunt. de Ibias. Sit. en el llano de una alta montaña. Tiene unas 40 casas y una iglesia dedicada a dicho santo, la cual es hijuela de la parr. de Santiago de Degaña. Prod. maíz, centeno, patatas y pastos; se cría ganado vacuno y lanar. Ind. la agrícola, arriería y dos molinos harineros impelidos por las aguas de un arroyo inmediato. Pobl. 42 vecinos = 210 almas".

En el año 1920 Tablado, lugar, contaba con 71 edificios habitados y 319 habitantes de hecho; Corralín, aldea, con 10 edificios y 96 habitantes; Sisterna, lugar, con 47 y 245, y El Bao, lugar, con 41 y 199
Ya mas en tiempos recientes, hablaríamos de los años 40 ó 50, habitaban unos 90 vecinos aproximadamente, lo cual nos indica el apego de sus habitantes a tan apartado lugar, que junto con El Bao, Cisterna y Tablado, marca el ángulo que en la denominada comarca cunqueira, forma el valle que mira al alto del Rañadoiro, estando bañado por un riachuelo que confluye mas adelante con el que corre por el valle cunqueiro para aportar juntos sus caudales al río Ibias. En este lugar, aún hoy, se pueden ver con admiración y asombro las grandes obras que los romanos habían realizado. En una ladera de la montaña que rodea al Corralín, situado en un hoyo profundo, semejante a un gran tazón, hay grandes labores mineras de las que se cree que los romanos han extraído abundante cantidad de oro. El sistema de explotación de los grandes filones verticales de cuarzo aurífero, con los pocos elementos de que disponían en aquel tiempo, era el siguiente: hacían grandes hogueras junto a los filones que deseaban deshacer, hasta el punto de que éstos llegaran a un alto grado de temperatura, y era entonces cuando procedían a la apertura de las compuertas de los canales de agua, todavía visibles hoy, que al caer sobre los filones a gran temperatura provocaban su resquebrajamiento y separación, pasando acto seguido a molinos de pequeñas dimensiones, donde el cuarzo era completamente pulverizado para después separar su parte aurífera ya de modo definitivo. Se calcula que se explotaron por este sistema varios millones de toneladas de mineral. De la riqueza aurífera de estos cuarzos da fe el resultado de los análisis efectuados en París en año 1927, como consecuencia de los cuales vino una expedición de ingenieros franceses que procedió al estudio de una posible explotación tan pronto como las vías de comunicación lo permitiesen.

Ruinas del pueblo

A resultas de la abundancia de este mineral en pasados tiempos, se forjaron leyendas como la de unas personas que buscando un cofre que decían que estaba enterrado por aquella zona, excavaron infructuosamente sin encontrar nada, luego sobre la tierra excavada una familia edificó su casa, y cual fue su sorpresa, cuando los primeros rayos de sol que dieron en sus paredes mostraron con sus reflejos, el oro que atesoraban aquellas piedras.
Corralín
cuenca de oro
tiras una piedra
y es un tesoro

Bien, esto es una somera descripción del enclave del Corralin, pero el motivo de este articulo es otro diferente, aunque muy vinculado al mismo. Hace dos años aproximadamente, una menuda mujer llego al pueblo de Sisterna preguntando por el aquel lugar y manifestando su interés en afincarse en él. Los vecinos, incrédulos al principio, pensaron que poco le durarían las ganas, cuando lo conociera.


Con gran sorpresa para todos, hoy, Francine Marcelle, ciudadana francesa, ha pasado más de un año en aquel lugar. Ayudada por voluntarios, que le han rehabilitado una casa en ruinas, poniéndole techo y agua de una fuente cercana, ha demostrado que a pesar de su fragilidad, es una mujer fuerte que ha superado los rigores del invierno, allí especialmente duro, solo con la compañía de su pequeño perro y los gatos que le ayudan a mantener la población de topos y ratones a raya, para que no le coman los frutos de su pequeña huerta, que le proporciona los alimentos básicos, amen de alguna ayuda que sus vecinos le ofrecen y le premian por su valor.


Esta mujer, todavía joven, nos da un ejemplo de respeto y de amor a la naturaleza, que pocos de los que nos llamamos “ecologistas” estaríamos dispuestos a asumir. Sin entrar en los motivos que la hayan impulsado a abandonar los calidos lugares del Mediterráneo, de donde vino para afincarse en la perdida aldea de Ibias, decisión que pertenece a su patrimonio íntimo, y que a nosotros aunque nos sorprenda, respetamos profundamente, si es de alabar que gracias a ella, El Corralín siga vivo, y no contenta con eso, participe junto con compañeros y compañeras de Cerredo y Degaña en la recuperación de viejas canciones del patrimonio etnográfico cunqueiro que eran llamadas “puchas” con el grupo “ Cuenca de oro “, pues se nos había olvidado comentar, que goza de una amplia cultura musical, y es capaz de componer y cantar canciones que posteriormente edita en unos videos que ponen a esta olvidada aldea en el cada vez mas globalizado mundo.
http://www.youtube.com/watch?v=y7u33kAWTLk&feature=player_embedded#

Altar de la capilla

Solo por eso ya nos merece toda la admiración y el apoyo que podamos prestarle, y que estamos seguros que los vecinos de Ibias y Degaña, le brindan a esta mujer que podíamos llamar con total propiedad “ La Dama del Corralín “ porque dama es la que con su ejemplo nos esta demostrando que las cosas cuando uno las siente de verdad, se pueden conseguir, y lo que estaba muerto, solamente hace falta quererlo para que la vida vuelva a habitar en las derruidas casas del abandonado pueblo, y podamos escuchar junto el correr del agua de su río, las panderetas de Angelita y Mª Luz, dos de las que fueron sus últimas vecinas, amenizando la fiesta de San Miguel, mientras Braulio y el tio Donis, bailan la jota de Cangas y entonan alguna “pucha” como la que les ofrecemos:


Un ejemplo de estas canciones de ronda que cantaban los mozos en los bailes cunqueiros, podía ser esta :

Aunqui tou padri mi dira
a casa cun as duas huörtas,
nun mi casaba cuntigu
purqui teis as patas tuörtas.

y contestaba la moza :

Curteixar, curteixas úa
más abaxu de mia casa;
más guapa qui you sirá1u
peru non cun tanta gracia.

Estas y otras canciones del acervo popular de estos pueblos, seria deseable que la juventud y mujeres como Francine, lucharan por su conservación, porque los pueblos irremediablemente van perdiendo las gentes que forjaron su historia, y solo nos queda a los que de verdad nos sentimos comprometidos con ello, coger el testigo de la conservación de esas tradiciones, de manera que los que nos sigan puedan presumir y estar orgullosos de su pasado y de las gentes que formaron parte de él.

Ultimos habitantes de la aldea del Corralín 1957


Apuntes y datos recogidos de vecinos de Sisterna y del libro
“El habla de Sisterna” , de Joseph A. Fernandez ( 1960)


Dedicado al Corralín
Pesa el invierno como losa de mármol sobre el corazón
de las aldeas, que guardan la memoria y las huellas errantes
de vecinos ausentes.
Toda es paz y quietud sobre los montes cercados por la nieve
como la flor del tiempo.
Un tiempo detenido en su inocencia
un tiempo sin fronteras, sin sombras, sin olvido.
Hay un vacío de pájaros en el aire
solo se atreve el sol a bogar en sigilo por el cielo infinito
y en la afligida voz de las campanas pregonando la muerte.
Hay un vacío de brazos poderosos
¿ quien será capaz de abrir la tumba que de paz a la muerte?



Eleuterio Prado




Monchu Calvo. Astierna 2010

jueves, 2 de diciembre de 2010

La ultima mirada



Este miercoles se ha muerto una compañera entrañable. Durante mas de trece años, acompaño mis andares y fué testigo de penas y alegrias en mi casa. Jugó con unos y con otros hasta el aburrimiento, sin poner nunca una distancia. Nos conocía creo como nadie, por ese sexto sentido que tienen algunos seres vivos, de percibir lo que el ser humano no capta, pero ellos sí. Creo que sabia tanto de fotografía como yo, porque me acompañaba a todos los sitios, y a veces la usaba para colocarla como referencia en alguna medición de luz complicada, sin que ella se molestara por ello. Quizás al final me hizo la "putada" de participar de forma activa en su final, ya que al deteriorarse su salud de forma terminal, tuve que acompañarla en su " último paseo" y mantener su cabeza entre mis manos, mientras el líquido que le suministraban la iba sumiendo en un sueño del que ya no despertaría, ó quizás sí, ¿ quien lo sabe? Sus ojos hacia tiempo ciegos, se dirigian a mi cara, guiados por mi aliento, posiblemente, porque en aquel lugar no habia palabras, solo una trístisima despedida a alguien a quien quisimos mucho todos los de mi familia, incluidos amigos, porque por todos se hacia querer. Os hablo de mi perra,Dana.
Quisiera si me lo permitis dedicarle este poema :

Llanto por la muerte de Dana

”Ladrándole a la muerte,
como antes a la luna y al silencio,
mi perra abandonó la casa de su cuerpo,
y se fue tras de su alma
con su paso extraviado y generoso
el miércoles pasado.

La hemos llorado mucho...”
Y, ¿por qué no?
yo también la he llorado;
la muerte de mi perra sin palabras
me duele más que la del perro que habla,
y engaña, y ríe, y asesina.
Mi perra siendo perra, no mordía.
Mi perra no envidiaba, ni mordía.
No engañaba, ni mordía.

Mi perra era corriente,
humilde ciudadana del ladrido-carrera,
mi perra no tenía argolla en el pescuezo,
ni listón ni sonaja,
pero era bullanguera, enamorada y fiera.
“Ladrándole a la muerte,
como antes a la luna y al silencio,
el perro abandonó la casa de su cuerpo
y se fue tras de su alma –los perros tienen alma:
un alma mojadita como un trino-
con su paso extraviado y generoso
el miércoles pasado...”
Hay en esta triste tristeza en que me hundo,
la muerte de mi perra sin palabras
me duele más que la del perro
que habla,
y extorsiona,
y discrimina,
y burla;
mi perra era corriente,
pero dejaba un corazón por huella;
no tenía argolla ni sonaja,
pero sus ojos eran dos luceros;
no tenía listón en el pescuezo,
y por no tener, renunció a su cola
y era la paz de sus orejas largas y caidas
dos lenguas
de diamantes.



La quietud sujetó con recia mano
la pobre perra inquieta,
y para siempre
fiel se acostó en su madre
piadosa tierra.

Sus ojos mansos
no clavarán en los míos
con la tristeza de faltarle el habla;
no lamerá mi mano
ni en mi regazo su cabeza fina reposará.

Y ahora, ¿en qué sueñas?
¿dónde se fue tu espíritu sumiso?
¿no hay otro mundo
en que revivas tú, mi pobre bestia,
y encima de los cielos
te pasees brincando al lado mío?


¡El otro mundo!
¡Otro...otro y no éste!
Un mundo sin el perro,
sin las montañas blandas,
sin los serenos ríos
a que flanqueaban los serenos árboles
sin pájaros ni flores,
sin perros, sin caballos,
sin bueyes que aran...
¡el otro mundo!
¡Mundo de los espíritus!


Pero allí ¿no tendremos
en torno de nuestra alma
las almas de las cosas de que vive,
el alma de los campos,
las almas de las rocas,
las almas de los árboles y ríos,
las de las bestias?


Allá, en el otro mundo,
tu alma, pobre Dana,
¿no habrá de recostar en mi regazo
espiritual su espiritual cabeza?


La lengua de tu alma, pobre amiga,
¿no lamerá la mano de mi alma?

El otro mundo!
¡Otro... otro y no éste!
¡Oh, ya no volverás, mi pobre Dana,
a sumergir tus ojos
en los ojos que fueron tu mandato;
ve, la tierra te arranca
de quién fue tu ideal, tu dios, tu gloria!


Pero él, tu triste amo,
¿te tendrá en la otra vida?
¡El otro mundo!
¡El otro mundo es del puro espíritu!
¡Del espíritu puro!

¡Oh, terrible pureza,
inanidad, vacío!


¿No volveré a encontrarte, mansa amiga?
¿Serás allí un recuerdo,
recuerdo puro?
Y este recuerdo
¿no correrá a mis ojos?
¿No saltará, blandiendo en alegría
enhiesta la cabeza?
¿No lamerá la mano de mi espíritu?
¿No mirará a mis ojos?
Ese recuerdo,
¿no serás tú, tú misma
dueña de ti, viviendo vida eterna?

Tus sueños, ¿qué se hicieron?
¿Qué la piedad con que leal seguiste
de mi voz el mandato?

Yo fui tu religión, yo fui tu gloria;
a Dios en mi soñaste;
mis ojos fueron para ti ventana
del otro mundo.

¡Si supieras, mi perra,
qué triste esta tu dios porque te has muerto!

¡También tu dios se morirá algún día!
Moriste con tus ojos ciegos
en mis ojos clavados
tal vez buscando en éstos el misterio
que te envolvía.

Y tus pupilas tristes y apagadas
a espiar avezadas mis deseos,
preguntar parecían:
¿A dónde vamos mi amo?
¿A dónde vamos?

Mientras, el líquido que pusieron en tu sangre

para ayudar que el postrer momento fuese breve

iban cerrando tus ojos lentamente.

Sobre ellos mis manos temblorosas

acariciaban la ternura

escuchando tus últimos latidos, solamente.
/>





Descansa en paz, mi pobre compañera,
descansa en paz, más triste
la suerte de tu dios que no la tuya.

Los dioses lloran,
los dioses lloran cuando muere el perro
que les lamió las manos
que les miró a los ojos,
y al mirarles así les preguntaba:
¿a dónde vamos?



Para Dana