martes, 20 de diciembre de 2011

El ocaso rural

Amplio con alguna reflexión un tema que me parece muy interesante.

He leído atentamente estos días una crónica periodística sobre el pueblo de Caleao, en el parque de Redes. En ella personajes naturales de la pintoresca aldea casina, ó de nueva incorporación, como el caso de un empresario que esta edificando un complejo hotelero en el lugar mas emblemático del barrio de Solxierru, y que tengo que confesar que al inicio de las obras me dió miedo el resultado de aquella transformación por el impacto que iba a tener sobre el conjunto del propio caserío, construido pacientemente después de cientos de años, casa a casa y piedra a piedra.


Hoy paseo viendo su desarrollo, y el resultado no esta quedando mal, a mi parecer. Habrá que esperar a verlo terminado.
Otra cosa es la incidencia que en términos sostenibles pueda suponer la llegada de turistas a un lugar donde el impacto humano puede suponer una agresión en un entorno no preparado para él. Ese turismo urbanita esta acostumbrado a llegar con sus vehículos hasta el propio lugar de alojamiento, y van a reclamar servicios y provocar desechos que tendrá que ser contemplado su eliminación ó reciclaje, con el agravante de que Caleao, no tiene sistema de depuración o sea que se verterán al rio. Luego las propias calles, aptas escasamente para el paso de carros del país, tendrán que acoger un tráfico de automóviles para el que no están concebidas.


Hay otra propuesta hostelera lista para su comienzo, y esperando los permisos, a si que Caleao, va a convertirse en el polo turístico del parque de Redes, en un breve periodo de tiempo. Y ahí es donde yo quería hacer una reflexión: ¿Estamos preparados para ello? ¿Es el camino a seguir? ¿Es el futuro para Caso?
En un apartado de la crónica se manifiesta que el desarrollo del turismo “esta pidiendo a gritos brazos jóvenes dispuestos, ideas diferentes”. Curiosamente en el concejo casín otra ambiciosa iniciativa la promueven dos parejas, catalana una, y leonesa la otra, y es una quesería y restaurante en la parroquia de Bueres, amén de un vasco, que explota un pub-merendero, en Orlé, lo cual indica que lo que los locales rechazan ó no creen en ello, otras personas sin ninguna implicación en el concejo, ven un nicho de negocio y apuestan cantidades respetables de dinero en su desarrollo.


Desgraciadamente hay un hecho que describe muy bien el cronista y que dice “el peligro es el silencio”. El silencio de tantos pueblos como Caleao, con las persianas y las puertas cerradas, en la larga temporada invernal. Pueblos vacios, pueblos con una vida latente, como la hibernación de los osos. Población envejecida y solo unos pocos supervivientes mas jóvenes que tiran por el carro de la ganadería y de las labores agrícolas como los eslabones finales de una cadena. Representantes de una manera de vivir que pervivió a través de muchas generaciones y que fueron los auténticos responsables de la transformación de un decorado natural que la naturaleza dispuso para que nosotros lo contemplásemos, y que ellos, con la ayuda de su tesón y de sus brazos, trazaron sendas, tiraron puentes, construyeron cabañas y poblados en los pastos y majadas de los puertos, para que ahora, los que nos perdemos por sus rutas, quedemos asombrados de lo que fueron capaces de realizar aquellos auténticos pioneros “paisajistas medioambientales”.
Los últimos que quedan, nos dicen que el futuro de la ganadería es muy negro, o como manifiesta la dueña de una posada en el pueblo – el camino es muy corto, sin ayudas esto se acaba- a pesar de que una vecina estacional, porque desarrolla su trabajo en Oviedo, donde dice que “sobrevive” pero que necesita venir a Caleao para “vivir”, manifiesta que habría que apostar por una gestión sostenible del vacuno autóctono, y la formación de cooperativas que explotaran de forma mas racional y mas cómoda la riqueza de la que disponen.
Y aquí se nos presenta descarnada, la realidad ¿Donde están esas personas, donde esos brazos?
Y un reputado periodista y experto en medioambiente, que curiosamente tiene casa en el pueblo, afirma que él cree que esto tiene solución y que ya intentó en otras ocasiones la aventura de la trasformación y no tuvo éxito, pero que ahora esta seguro de que se puede conseguir, y nos expone una teoría sobre la “aldea global” ó la “aldea tecnológica”. Caleao ó otros pueblos casinos conectados a través de las nuevas tecnologías, y repoblados por gentes con sus oficinas virtuales en las casas, como un nuevo modo de contemplar el futuro del mundo rural, y que haga atractivo a los pobladores urbanos el afincarse en estos pueblos sin perder la proximidad que ofrecen las redes informáticas para la realización de trabajos, que no importa donde se desarrollen, sino quien los haga. Aparte de la aceptable cercanía a las grandes urbes que no sobrepasa la hora, mas ó menos.
Y buscando alternativas, las opiniones pueden ser de lo mas variopintas, pues en otra crónica periodística un ex consejero del gobierno asturiano, propone estudiar la posibilidad de un copago “turístico” a los visitantes de estos espacios naturales, de forma que las gentes que acudan a dar una vuelta por estos lugares contribuyan de alguna manera a su conservación, y ponía como ejemplo, Somiedo, que recibe un promedio de 180.000 visitantes al año, que a dos €, por ejemplo, aportarían al organismo gestor de aquellos espacios, unos 360.000€, que bien se podrían dedicar al mantenimiento de pallozas, sendas y otros lugares que reclamen un sostenimiento continuado. En fin, es otra propuesta.
Es cierto que paisajes como este, y de otros lugares de Asturias, atraen. La gente los visita, están a gusto en ellos, llegan incluso a adquirir una segunda residencia en los mismos, con la secreta esperanza de que pudiera ser la definitiva. Muy pocos lo logran, porque la realidad ó las necesidades que nos hemos creado, bien familiares ó laborales, nos empujan a las urbes, y es difícil desengancharse de ellas. Las ideas que estas personas exponen, pueden ser la clave del futuro en entornos rurales. Supondrán un cambio drástico de conceptos que llevan anclados desde tiempos inmemoriales por personas que de generación en generación practicaron esas costumbres, y muchos desaparecieron ejerciéndolas, y hoy ya solo forman parte del recuerdo a través de las viejas fotografías.
Hay algo que resulta patente y que explica creo, de forma clara el declive: Las antiguas sociedades rurales, con la figura paterna representando la cima de la unidad familiar, los hijos e hijas, generalmente abundantes, contribuyendo al crecimiento del patrimonio rústico con su trabajo, y la figura del heredero, con el camino definido claramente en cuanto a la continuidad en su persona de la mejora de las fincas familiares, incluido el casamiento con una moza del entorno, que rápidamente pasaba bajo el dominio de su suegra, que era al final la que regia los destinos domésticos de la hacienda, y el resto de los hermanos a los que solo les quedaba la alternativa de seguir en un plano inferior, ó la emigración a las ciudades ó América, causando el despoblamiento progresivo del campo asturiano. Hace años que vemos como ese patrón se desmorona, y como la antigua sociedad agraria de la que se sentían parte y orgullosos, va perdiendo interés porque ven que en las ciudades se ganaba dinero con menos esfuerzo, y los antiguos campos y los rebaños de animales, pasan a depender de brazos cansados y lo que es peor, la presencia siempre respetada de los padres y abuelos, se resquebraja y en muchos casos hoy, en las antaño grandes haciendas, solo podemos ver viejos que arrastran sus años por los lugares de su vida, para al final, y eso ya seria una suerte, acabar en una residencia de ancianos, desde la que contemplan el desplome de lo que fue su mundo.


¿Cual será el futuro? Es ciertamente impredecible. La situación es la que describimos en estas notas. Los pueblos vacios, las casas cerradas, más movimiento en verano, pero de forma muy estacional, y los prados y fincas, poco a poco van siendo invadidos por las malezas, sin que haya ningunos brazos que se ocupen de su atención. Organismos oficiales, pero instalados en ciudades, organizan y mandan sobre los auténticos dueños del paisaje y de las tierras. Los pocos que quedan, ya con pocas ganas de protestar ante las imposiciones de no saben quien, pero que tienen autoridad sobre ellos y sobre sus haciendas. Ese es el cambio al que estamos asistiendo en todas las sociedades rurales, incluida la nuestra de Caso.


Yo, tengo que confesar, que me resisto a estos cambios. Quisiera que todo fuera igual que antes, y saboreo cuando tengo ocasión el Mercaín ó la procesión a Ricao, como las postreras manifestaciones de aquella pujante vida rural, o me deleito ver a los últimos rabelistas interpretar un romance bajo los soportales de la iglesia, y observar a los escasos ganaderos conducir el rebaño a los puertos como antes lo hicieron sus padres y mucho antes ,los abuelos.


Yo conocí ese mundo, asisto a su declive y me apena su desaparición.
Lo siento, soy un nostálgico.
Monchu Calvo

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Los enemigos del paisaje

A raiz de las desafortunadas declaraciones de una representante “ecologista” en el patronato del Parque de los Picos de Europa, me gustaría aportar algunas consideraciones:
Los espacios naturales asturianos deben su tipología a los habitantes ancestrales que siempre desde muchos años estuvieron “ahí”, ganaderos,pastores y vecinos de los pueblos de su entorno.

Ellos fueron los artífices de la construcción de las mayadas y cuerrias, de los senderos, bebederos y fuentes, y todo lo necesario para que la vida en aquellos espacios fuese lo mas llevadera posible. Aprovechaban los materiales que abundaban en aquellos parajes para construir sus cabañas y así, en la zona occidental, utilizaban el piornu para cubrir las techumbres, y en otras zonas de Asturias, era las llábanas y la teja artesanal la que tenia mas importancia. Los pastos con que alimentaban sus ganados tenían un continuo mantenimiento, con la atención a los canales de riego, las quemas de maleza y helechos, y los desbroces periódicos de senderos y caminos, con el fin de que el elemento sobre el que giraba su subsistencia que era el ganado de todo tipo, pudiera estar lo mejor posible en aquellos lugares.
El binomio pastor-ganado, fue una misma cosa durante cientos de años y hoy en los parques Naturales de Asturias y otros lugares sin esa calificación, lo que observamos en nuestros paseos es un equilibrio entre intervención humana y naturaleza.


Quizás esta frase ahora mismo ya no tenga ese mismo valor, y aquí expongo el motivo de lo que yo creo no se esta haciendo bien. En la actualidad el tema del pastoreo tradicional, esta cayendo en desuso, primero porque los antiguos habitantes de nuestros pueblos, muchos han desaparecido, y con ellos su peculiar e inteligente forma de servirse de la naturaleza sin esquilmar sus recursos. Su sabiduría en las construcciones y la manera de atender sus reses, era pasada de generación en generación, con las mejoras y los medios que se iban aportando con el paso de los años. Allí, nadie de fuera les dictaba ninguna norma. Esas eran consensuadas en las reuniones “a toque de campana” y allí se decidía la fecha de subir a los puertos, las quemas y las rozas, la atención a los caminos y fuentes, y todo eso en un clima de colaboración, porque lo que era bueno para uno, debía serlo para todos, y así se funcionaba.
Hoy, desaparecida en gran parte aquella riqueza humana, toman el relevo, los técnicos y expertos del medio ambiente. Desde lejanos despachos, personajes que lo mas parecido que vieron natural, fueron los documentales de la 2, dictan normas, declaran Parques Naturales cuando les parece, a los moradores de esos lugares, son los últimos a quien se tienen en cuenta, y trazan un sistema de funcionamiento, que con el fin de salvaguardar el paisaje, acorralan la libre decisión de los verdaderamente dueños de esas tierras, que son sus vecinos.
A partir de ese momento, todas las decisiones las toman esa gentes, y lo primero que hacen es nombrar guardianes con capacidad sancionadora, para que nadie haga nada que “ellos” no permitan. Es a partir de ahí, cuando las gentes de nuestros espacios naturales, empiezan a ver a los intrusos como enemigos suyos. Sus árboles, fincas, cabañas,etc.. tienen que solicitar permiso para cualquier intervención sobre ellos, lo mismo para cazar, pescar ó trasladar el ganado de un sitio a otro. Es a partir de esas actuaciones cuando se rompe el equilibrio, y se empieza a abandonar lo que antes se cuidaba, y además gratis, ya que no te esta permitido hacerlo por tu cuenta. Tienen que autorizarte.


Por lo tanto, se ciegan caminos, se derrumban cabañas, las fuentes se secan, y así todo lo demás. Cuando se quiere acometer alguna intervención por parte de los responsables, se hace mal, tarde y a un costo desorbitante. El ganadero, poco ve, de esa supuesta mejora en el hábitat, y desde luego todos ellos añoran la forma de hacer las cosas como antes se hacía.
Desde luego que tendría que existir una normativa en cuanto las actuaciones en esos espacios. No puede valer todo, pero si se quiere que las cosas trascurran dentro de una normalidad en cuanto a la intervención en el paisaje de nuestros montes y ríos, hay que tener en cuenta a los que siempre estuvieron en él. A los vecinos, ganaderos y pastores.
Luego se estudiará, su aprovechamiento turístico é incluso la creación de industria y actividades no contaminantes, que creen un tejido que pueda fijar población y añada valor a esos espacios.
El actual sistema de gestión, claramente, no esta funcionando, todo esta prohibido e incluso en terrenos de tu propiedad, no eres dueño de hacer ninguna intervención. Copiemos de otros lugares, algunos de España, incluso, y si no vayamos a ver los grandes destinos naturales europeos y comprobaremos lo mal que lo estamos haciendo en Asturias, con lo fácil que seria reproducir los sistemas donde están a gusto los vecinos del lugar y los responsables de su gestión.
Como anécdota que describe muy bien el actual estado de las cosas, les expongo un caso acaecido en Redes a un vecino del pueblo casín de Orlé: Este compró un prado, cerca de Bueres, solicitó permiso para su cierre, y estando una maquina excavadora limpiando la tierra para poner la portilla, aprovechó esta para aplanar un talud muy inclinado que dificultaba el paso de el tractor, luego extendió la tierra, y aquello quedo mucho mejor de lo que estaba.
A los dos meses le llega una sanción de 6.000 €, por modificar el terreno, del Seprona. Aduciendo la denuncia que en aquel talud, tenía su zona de paso un melandru, que, al parecer los guardias tenían controlado. El buen hombre, acompañó en su descargo una fotos donde se veía el terreno en la actualidad, y como lo que hizo allí, no supuso ningún cambio negativo. Al revés, quedó el prado mucho mejor para el fín que se destina, que es el pasto. Bueno, después de mucho papeleo, al final la multa no fue efectiva, pero cosas como esta son las que nunca debieran ocurrir.
La señora Varona, representante de los ecologistas en el Parque de Picos, desde luego es un exponente de esa errónea gestión de un espacio natural, llámese Redes, Somiedo, o Fuentes del Narcea. No puedes nunca legislar contra las gentes que vivieron y forjaron un espacio sin necesidad de ninguna ayuda exterior, y encima lo hicieron muy bien. ¡ Que nadie venga a darles lecciones ahora ¡
Esta es una labor que tod@s los que nos sentimos comprometidos con la naturaleza, debemos de luchar por devolver el protagonismo a los habitantes de estos espacios, los únicos que nunca debieron de perderlo.

miércoles, 26 de octubre de 2011

El hombre enamorau de los árboles

El titulo de esta entrada, bien podía ser también: El hombre enamorado de los montes ó el hombre que escuchaba al viento, por ejemplo.
En nuestro concejo de Caso, aunque yo personalice en un hombre: José Diego, de Orlé, todavía quedan ejemplos donde el mundo de los pastos de altura, y la consiguiente trashumancia de los mismos a las mayadas casinas, significó una forma de vida indisolublemente ligada a la subsistencia.
Mayada del Castiellu, con Oscar Aladro, de Brañafría


Con el sostén que suponía la estancia de un buen número de reses en los montes, en las épocas donde los pueblos, sobre todo por el verano, sus gentes se afanaban en recoger la hierba y las cosechas para luego aguantar los duros inviernos, estas reses se mantenían de forma simple, alimentándose de los pastos que esas zonas de montaña proporcionaban de forma generosa, así como agua de las múltiples fuentes y riegas, que la sabiduría de aquellas gentes procuraba que existiesen en todas las mayadas.
Hoy aquella forma de vida tan ancestral, pudiéramos decir que está desaparecida, ó por lo menos, ya no se realiza como antes. Las antaño pobladas cabañas, yacen derruidas, en gran parte, y si alguna se mantiene en pie es gracias al tesón de sus antiguos moradores, ó posiblemente de sus descendientes, que les dedican el esfuerzo físico y también económico para evitar su desaparición. La administración aunque se les llena la boca con grandes proyectos de recuperación de caminos y mantenimiento de algunas de las mayadas más emblemáticas, con premios incluidos en organismos capitalinos, no deja de ser una mera declaración de intenciones, pues el resultado es difícilmente visible, ó por lo menos no se percibe como hacían antiguamente los propios vecinos que se encargaban de la atención de las sendas, bebezones, cabañas, e incluso elementos de entretenimiento, como las boleras, que había en una buena parte de esos poblamientos, y que se desempeñaba sin que ninguna norma escrita lo obligara. Solamente el acuerdo entre los vecinos fijaba cuando había que repararse tal o cual camino, fuente, cierre, etc.. No había dinero de ningún organismo que ayudara, solamente el trabajo de aquellas gentes, que se preocupaban de mantener aquel equilibrio entre la naturaleza y los humanos, y en ese equilibrio compartían espacio, vacas, perros, jabalíes, urogallos, rebecos, etc, y el hombre. Y ahí es donde retomo el lugar del pastor antes mencionado, José Diego Santos, Pepe a secas.
Junto a la cabaña, y el fresno que plantó al ir a la mili


Este es una persona, no muy alta, pero de complexión robusta. Armado con sus muletas, pues esta casi impedido de las piernas, corre detrás de las vacas en la majada de Piedrafita, las atropa, vigila sus partos, les da su medicina, si la precisan, y ellas le ven como el guardián al que siempre tienen de guía, amén del perro pastor que no se separa de su lado. Aquél es su mundo y lo conoce como la palma de la mano, a él acuden biólogos y guardas de la consejería, cuando tienen que hacer cualquier recuento, y él les enumera de seguido el número de urogallos, machos y hembras, venados, camadas de jabalí, lobos y lobas recién paridas, y así un sinfín de especies que por allí deambulan, pues a todas conoce. No fue a ninguna universidad y los estudios tiene los elementales, pero puede dar una lección sobre biología y medioambiente, al más reputado catedrático.
Pepe, junto al Cuetón de les Travieses


Consciente de su estado físico, asegura que ya no volverá más al monte, que se retirara a un asilo, pero no se lo dice a cualquiera, sino que los primeros en conocer esa intención son los árboles del bosque de Purupintu, a los que les escribe en su piel esa preocupación, y la pena que le da separarse de ellos. Así, encontramos hayas frondosas, con una carta de despedida de Pepe “ Me voy, este es mi último año.1997”. Otra cercana “ Esta vez, de verdad. Adios.1998” En algunas talla la cabeza de un rebeco y en otras valiéndose de su conocimiento del francés, pues estuvo veinte años en Belgica “ Au revoir. Fini, me voy para siempre,adieu” Asi, multitud de fayas y robles, tienen una carta autógrafa de Pepe, y el bosque es como una muestra artística en plena naturaleza casina, que nos ofrece la escritura tallada, de una persona enamorada profundamente de aquel lugar en cada uno de sus árboles, que quedaran como permanentes testigos del hombre que compartió con ellos los días y las noches, los soles y las tempestades, y las que vio tantas veces desprenderse de sus hojas, como años lleva encima el viejo pastor, y que poco a poco, como él dice “me empujan hacia el asilo”.
Una de tantas hayas con los escritos de Pepe


Este año, compartimos con él una botella de vino, y un poco de chorizo, en el paraje espectacular de Piedrafita, y nos enseño su último “graffiti” en una vieja haya “ Me despido de ti,Purupintu,J.D.S 2011” ( Son las iniciales de José Diego Santos) Y no pudo más que entrarnos una congoja muy grande, sabiendo que posiblemente no volveríamos a encontrarnos a una persona de su grandeza en aquellos queridos montes de Casu.


Luego dirigió sus doloridas piernas, que apoyadas en las muletas, recorrieron el camino hasta su vieja cabaña, donde en un camastro de hojas de helecho, se tumbo “ a facer un pocu tiempo, hasta la nuechi”.
Cama en el interior de la cabaña de Pepe

Pastores en una majada


Todo un personaje, y como él tantos otros, que llevaron esa misma vida, Manolo Prado, de Caleao, Oscar Aladro, de Brafafría, pastores de Tarna, Bezanes ,Coballes y tantos pueblos casinos que habitaron aquellas humildes cabañas, pero con la grandeza de haber sido los forjadores de lo que hoy, sus sucesores muestran orgullosos, aunque de aquella grandeza, por desgracia solo queda alguna cabaña en pie, y muchas piedras caídas alrededor. Y por ahora y esperemos que incumpla su promesa de retirarse, Jose Diego. Pepe, de Orlé.
Monchu Calvo

martes, 11 de octubre de 2011

La feria d´octubre en Casu

El concurso de ganado de Caso, el segundo más antiguo de Asturias, celebró ayer su 119.ª edición con todo tipo de actividades: certamen y exposición de unas 340 reses, muestra de artesanía, talleres de madera en vivo, la entrega de los premios «Casín del año» y «Artesano del año» a Vicente González de Cangas y Juan Lozano Corral, la comida de hermandad y la verbena final.



La jornada comenzó temprano, con la llegada de los animales al recinto ferial de Campo de Caso. En total hubo 340 reses. El alcalde casín, Tomás Cueria, indicó que «el objetivo de que la jornada se convirtiera en una fiesta para los vecinos se ha cumplido». El regidor apuntó que este año se han repartido entre los ganaderos locales un total de 14.000 euros en premios. «A pesar de los tiempos en los que estamos», explicó Tomás Cueria, «queremos seguir apostando por el sector ganadero en Caso, y los premios, que son un incentivo, han sido importantes». El alcalde, además, indicó que este año 2011 puede ser bueno para el sector agroganadero del municipio. «Ha sido un buen año para el ganado. En el concurso las reses tenían muy buena presencia». Además, «hay que felicitarse porque la Unión Europea haya dado el visto bueno a la Denominación de Origen para el queso Casín».



De forma simultánea al certamen se celebraba en la plaza del ayuntamiento la Feria de Artesanía y el mercado tradicional, que contó con una veintena de puestos de venta. Tras la celebración del concurso fue el turno de la entrega de premios y distinciones. El médico Vicente González de Cangas, «Casín del año», se mostró «profundamente agradecido» por el galardón, concedido por unanimidad de los grupos municipales. «Ha sido algo muy emotivo», explicó el premiado.

Pasadas las cuatro de la tarde los asistentes -ganaderos, artesanos, vecinos y visitantes- pudieron disfrutar del asado tradicional, que se sirvió en el polideportivo.





Ya a las ocho y media se dio paso a la fiesta con la celebración del día del socio de la sociedad de festejos Arniciu y a continuación, con la verbena preparada por festejos del Ballarte con «Trapecio» y «Félix y sus teclados».

lunes, 19 de septiembre de 2011

L´ultimu viaxe de Manolín de Lorio

Como si el mal tiempo, preámbulo del cercano otoño, quisiera rendir también homenaje a Manolín de Lorío, nos quiso acompañar durante toda la travesía hasta el picu La Peruyera.

Un grupo de amigos deseamos recorrer con sus cenizas el tramo que él tantas veces realizaría solo ó con sus compañeros de los “Caxigales”. Allí manifestó a sus cercanos que quería reposar para siempre, posiblemente porque aquel lugar, inhóspito y de difícil acceso, significó un poco de tranquilidad y de descanso, cuando sus perseguidores no daban tregua en su búsqueda.
Desde aquel lugar, controlaban los dos valles, el de Laviana y el de Sobrescobio, atento él y sus compañeros, a cualquier movimiento ó ruido que no fuera el producido por el viento ó algún raposu que merodease por allí. Precisamente, la angosta cueva que sirvió tantas veces de escondite, lleva ese nombre : cueva el Raposu, y hoy los pastores que llevan sus cabras y ovejas aquellas alturas, la tienen tapada con ramas para evitar que las alimañas puedan usarla de guarida, la que antes sirvió de cobijo aquellos infelices.


El lugar, salvo una torre de alta tensión, permanece como eran en los tiempos de Manolín. Siguen las cabras y las ovejas por aquellos parajes con los perros vigilando el rebaño, y que nosotros fuimos sorteando, casi por instinto, con la lluvia y la niebla calando nuestras ropas, y a la vez pensando en la vida de aquellas gentes, que en condiciones mucho mas adversas que las nuestras, fueron capaces de sobrevivir tantos años, perseguidos con saña, pasando hambre y frio, y llevando una vida que posiblemente para las alimañas de nuestros montes fuera infinitamente mejor.
Ayer al esparcir su sobrino las cenizas sobre el valle de Lorio, parecía que la niebla se apropiaba de ellas, y juntos, la niebla y los restos de Manolín, se fundían entre los montes y las casas del pueblo que le dio la vida, para no separarse nunca más.


Descanse en paz, Manolín de Lorío,”el fugau”, un hombre que fue fiel a sus principios en todas las circunstancias de su larga vida, igual en las cárceles, donde pasó veinte años de su vida hasta su muerte en la antesala del otoño de su querida tierra de Laviana.
http://balquemau.blogspot.com/2011_02_01_archive.html

martes, 17 de mayo de 2011

III Dia de les mayaes- La Gallera

El paisaje del Parque Natural de Redes tiene entre la zona de
Belerda y Les Llanes su máximo exponente lo que lleva implícita
la presencia de una extensa gama de valores naturales cuajados de
angosturas y desfiladeros como el de Cebatón y densas manchas
forestales como la de Quixaorio, que están coronadas por las agu
jas de la sierra de La Canalina. Éstas, se elevan vigilantes sobre
las majadas de La Gallera, La Braña, Pandefresno, Les Fuexes y
muchas más, desparramadas por una orografía que representa el
hábitat perfecto donde coexiste una fauna protegida y salvaje.
Estas majadas se sitúan a la falda de estas montañas, y están
comunicadas por los caminos reales que fueron y son transitados
hasta nuestros días por los pastores de la zona.
La geografía de esta comarca culmina en el Visu la Grande (1.708
m) , pico coronado por un mojón geodésico que se prolonga después
por los resaltes de la collada Jistra hacia el último eslabón situado en
el Pico Cuervu (1.581 m), que constituye el mirador natural de estas
majadas. Por todo su entorno se describen varios itinerarios, unos
largos y costosos, otros de fácil consecución, cuya elección va en función de las fuerzas físicas de cada cual. Lo que no cabe duda es que cualquiera de los elegidos ha de realizarse con sentido de disfrute de la naturaleza sin prisas y apresuramientos, teniendo en cuenta que discurren algunos de ellos por una zona de Uso Restringido, para cuyo paso es necesario el permiso correspondiente para adentrarse en la misma.
Belerda (645 m), aldea ubicada a 0,5 km de la carretera AS 17 Avilés-Puerto de Tarna, a su paso por Soto de Caso, es sin duda el lugar idóneo de partida para acometer este itinerario .


Belerda es un núcleo eminentemente ganadero que preside las bondades naturales de su valle y posee una
capilla que está bajo la advocación de la Virgen de la Ascensión. Su paisaje alpino que confina el valle está dominado por la peña El Casar por un lado y los últimos declives de la sierra de La Canalina por el opuesto. Entre ambos discurre el río Quixaorio que rinde sus aguas al río Nalón.
Desde la plaza del pueblo, abordamos la pista de acceso a La Collaina que inicialmente atraviesa la maraña de caleyas que están jalonadas de casas con arquitectura de tipología popular asturiana.
Dirigimos nuestros pasos hacia el oeste, apoderándonos
del valle Quixaorio por donde la pista describe un tobogán
por su margen derecho, en el sentido de Ia marcha. Hemos de
cruzar por una serie de brañas como El Montés, El Llosón, El Collado;
y un largo etcétera que gradualmente se van asomando al camino.


El bosque, omnipresente, toma parte de este escenario natural , por encima del cual se elevan las montañas más significativas que rasgan las nubes diagonalmente. De manera sostenida proseguimos con
nuestra marcha, con algún que otro altibajo. Después cruzaremos al
lado de la fuente El Playu, que nos queda a la derecha mientras que
la ruta a seguir continúa siempre muy reconocible. Tras abandonar el bosque, prosigue la dura progresión entre los espacios abiertos de esta ladera cubierta de retamas, a la vez que a nuestras espaldas los paisajes se van sucediendo hacia el Alto Valle del Nalón, con panorámicas que cubren un buena parte de la geografía casina.
Los últimos toboganes nos conducen sin pérdida posible, hasta agotar el
valle Quixaorio en el lugar conocido como La Collaina (1.214m)
Este es un estratégico collado, ubicado sobre los abiertos horizontes del Nalón y cargados de paisajes de ensueño. Desde aquí ,y asomados a los valles de La Viciella y Ios Arrudos, obviamos la pista que baja directa a La Braña y giramos bruscamente al Sur, siguiendo la traza de otra pista que se interna a media ladera para concluir en la recóndita mayada de La Gallera ( 1.250 mts)



El mayau reparte sus cuatro cabañas sobre una herbosa plataforma con dos abrevaderos, uno a la entrada y el otro a la salida de la misma, en dirección hacia la Jistra .
La Gallera es uno de los lugares más hermosos de esta sierra,dominante de un amplio abanico de paisajes alpinos ,pocas veces logrado. A nuestros pies y mirando al Norte observamos la ruta a



seguir en dirección a Les Llanes .La llevamos a cabo siguiendo la
traza de un sendero que navega en acusado descenso en dirección
a La Braña.( 1.101m ), hermosa mayada ubicada al socaire de todos los vientos procedentes de los valles limítrofes y extendida sobre una tarima vegetal con casa incluida.


A la izquierda arranca el camino que baja directo al pueblo de La
Felguerina que debemos de soslayar por lo que hemos de avanzar
al frente bajo una algarabía de acebos que jalonan el camino.
Caminamos en llano y enfrentados al pico Porrón de Bustiello,
montaña que nos intercepta el paisaje septentrional por lo que
vamos directos hasta su base, donde tiene su asiento la majada de
Les Fuexes (1.018 m),y que además constituye el encuentro con el desvío de otra pista que desciende por el Pereu hacia la carretera de acceso a La Felguerina. Obviamente aquí hemos de cambiar el rumbo al norte puesto que ya estamos colocados en Ia bocana de la foz de Cebatón, arteria orográfica por donde tenemos que descender . Estamos inmersos en esta gran
mancha forestal que atesora valiosísima variedad de elementos
faunísticos y florísticos, bajo los cuales, la limpia corteza vegetal
deja al descubierto el sendero. Desciende con amplia traza hasta
la majada de La Viciella (822 ¡n), y las
dos cabañas allí instaladas ocupan la base de un escenario geológico, que fue antigua cuenca glaciar coronada en las alturas por
el valladar alpino. Surgió durante la época de los deshielos cuando
el agua horadó la impresionante entalladura formada por los
declives de la peña El Casar y el Porrón de Bustiello.
La ruta se adentra a partir de la puerta metálica, por la angostura del valle siguiendo el camino original, también protagonista de este
espacio, que empedrado todo él, sobresale en medio de esta colosal
fortaleza pétrea.


Hemos de cambiar de margen e n diferentes ocasiones,
como también lo hizo el cauce del río, que durante las pasadas
riadas, dejó el veterano camino en muy malas condiciones. Más
abajo tendremos la oportunidad de contemplar una bonita cascada y
cuando el desfiladero abre sus murallas y asoma tímidamente en lo
más hondo del valle la aldea de Les Llanes. Más adelante y a la altura
de Prau Redondu. nos sale al encuentro su fuente que además
tiene a su vera una techumbre como cobijo.


Al llegar a las cercanías de Tablizu el camino amplía su traza ante una zona que mantuvo en activo hasta hace unos años una explotación minera (Les Llames). Todavía hemos de atravesar e l rio en dos ocasiones más cuando nos aproximamos al lugar denominado el Prindal ,culminando la marcha al llegar a Les Llanes ( 553m ) ,9.7 km en 4 h, punto kilométrico 5 3,5, de la antigua carretera AS- 17.
Concluye así esta bonita excursión que nos permite contemplar uno de los paisajes más hermosos de la geografía casina, y que en esta ocasión, aunque el tiempo no acompañó, disfrutamos de la marcha y del excelente asado que nos ofreció el ayuntamiento casín, al módico precio de quince euros.

martes, 1 de marzo de 2011

Monte Caón, el pasu los llobos

La batalla entre el hombre y el lobo, entre el pastor y el depredador, es una de las más viejas que se conoce en el mundo rural, especialmente en esas comarcas de nuestra montaña en las que las lobadas eran relativamente frecuentes y se convertían en una ruina para el ganadero.
Las cosas ya no están exactamente así, como casi todo. Las batallas entre pastores y lobos han entrado por otros derroteros, ya no pasea Domingo de la Puentepiedra al lobo muerto por los pueblos para pedir una propina y hacer una gran fiesta de celebración de la muerte del bicho... pero aún queda un resabio, aún hay una brecha abierta entre defensores del lobo y ganaderos que se encuentran con enormes trabas y papeleos para poder resarcirse de los daños del lobo, cuando es posible, que en muchos casos no les queda más que el lamento. Y mientras eso no se solucione será difícil que esa herida cicatrice, y de eso nuestro concejo casín sabe bastante.
Hoy traemos una vieja historia de lobos y hombres, poco conocida, pero real, de cuando para defender sus ganados de los ataques de la fiera, usaban su astucia para conseguir que el animal o los animales, espantados por los monteros , se precipitaran por la canal que forman las moles de la peña Los Rubios y la peña Falconera.
Vista del monte Caón, desde la carretera de Tanes.

Allí, en el monte Caón, lugar habitual donde Abilio Coto y otros pastores de Tanes llevaban las cabras y ovejas a pastar, se había construido una manga formada por varganales, que acababa en un pozo, donde sin posible escapatoria acababan las alimañas, siendo luego rematadas con largos chuzos ó tridentes.
Recracción virtual del antiguo "chorco"

El origen de esta obra fue cosa de Leandro Pereda, vecino de Tanes, que fue concejal del ayuntamiento casín, antes de la guerra, y queremos trasmitirlo tal como nos lo contaron, en ese “asturiano” tan particular que hablan los habitantes de este concejo.
Leandro Pereda, el de Solán, fu concejal del Ayuntamientu del Campu bastantes años. Y siempre apaeció como hombre honráu, cultu y prudente. Baxu so concejalía feciérense pa Tañes tres coses importantes:
- Concretar los bienes patrimoniales del puelu, que foren, Bañanti, el Valle hasta Yaneces, Covalongues, la Guariza, la Granda y la Collá.
- Señalar los límites de la Riera -demarcación de pastos-, derde la Campera
del Moyón hasta la Carrerina, y derde el monte de Trestorienes hasta la Peña de Prieres.Y así en Tañes los gües iben a la Guariza, les cabres a la riega del Caón, y si estaben sarnoses echábense pa la riega de Fontalba; les oveyes poín subir hasta Espines, les vaques tenín el pastu en tou '1valle y en toa la collá; les caballeríes echábense pa la Cuesta del Cabañón, y los gochos poín estar derde el Cantu la Xerra hasta la Xerra Bernaldón.
Ceder a Sobrescobiu les agües vertientes a esti conceyu. Siendo puntos de
referencia pa ello Bimblenes, la Texerina y el Monte Tornu. En Caón había unos praos qu'eren de Tañes, y que pasaren a ser propiedá de Sobrescobiu, pero con una condición: que batieren tos los llobos que cruzaren per esi pasu. Pa eso tuvieren que facer ellí una manga de cientu cincuenta metros de llargu , con várganos de metro y mediu de altos, y que acababa en un pozu de tres metros de profundidá, que tenía un batiente de rames y una portiella.
Y cuenten que una vez un llobu era tan fieru, que non poín con él, y dicía-y un coyán al otru: «¿Qué fago?». Respondía l´ otru: «matálu": espetállu ena trente». Y golvió a dicer el primeru: «Con tou eso non muerre>>
por fin dixo l´otru: “Pos entós lo que tienes que facer ye casállu cola mio mujer, que lu matara a disgustos".
y como remate saltó l´otru: «Si, ¡pero la to muyer ye casina...!».
Hoy, como mostramos en estas imágenes, ya no queda nada del ancestral “chorco”, ningún resto que atestigüe las monterías que allí se celebraron, y los muchos “llobos” que los “coyanes” cazaron en el monte Caón.
Camin a Tanes, donde se revuelquen los xabalíes.

Aquel antiguo camino que bajaba hasta el pueblo, yace hoy olvidado bajo las aguas del pantano de Tanes, y con él, el olvido y la historia de tantos pueblos y tradiciones del que solo las aguas son mudos testigos de su historia.
La recreación del antiguo chorco, es un montaje fotográfico en el que nos servimos del posiblemente único que sigue en pie, situado en la zona de Valdeón, paraje de Corona ( Picos de Europa) y aportamos eso sí, nuestro paisaje. El lugar es real, lo que allí aconteció, también. La empalizada y el pozo, son de otro paraje.
Aquí estaba situado el pozo donde caían los llobos.
Uno de los últimos lobos cazados en Redes.


Si algún caminante estuviera interesado en visitar el sitio, la mejor, por no decir la única opción, seria llegarse al pueblo de Ladines, en el vecino concejo de Sobrescobio, y de allí subir hasta les collades, desde donde se tiene una magnífica vista de todo el valle del Nalón y los pueblos de Tanes , Abantru y Prieres. En la ladera que se desploma hacia el pantano, que forma una canal, estaba situada la trampa de los llobos.
Monchu Calvo

jueves, 24 de febrero de 2011

El últimu fugau, Manolín de Lorío

Noventa y tres años miran los ojos de Manolín de Lorio. Toda una vida y desde luego, no fácil precisamente.
Os dejo un pequeño retazo de su historia. Despues de él, ya no quedara nadie vivo para contarla. Las fotos son de este mes de febrero de 2011, en Villoria( Laviana) en un homenaje que se le ofreció.



-Antes salíame bastante bien, pero ahora nun puedo chuflar con fuerza.

Manuel Alonso González, «Manolín el de Llorío», se lleva las manos a la boca tratando de reproducir en vano el sonido de la curuxa. Durante ocho años de su vida el canto de la lechuza fue una de las consignas empleadas en el monte para contactar de forma segura con enlaces y compañeros de otras partidas guerrilleras. Alonso pasó toda su juventud, entre los 18 y los 26 años, aferrado a un fusil, recorriendo hasta la extenuación bosques y laderas, y refugiándose de las fuerzas franquistas en rudimentarias chozas que apenas eran utilizadas unas cuantas noches ante el temor de ser descubierto. A pesar de los peligros y penalidades sufridas, Manolín el de Llorío sobrevivió para contarlo y, a sus 93 años, es uno de los últimos fugaos que, junto con otros pocos como Felipe Matarranz, pueden dar cuenta en primera persona de cómo fue el movimiento maqui en Asturias.
Alonso, natural de la localidad lavianesa de Soto de Lorío, fue criado por un abuelo y una tía materna. La noticia del estallido de la guerra civil lo sorprendió pescando truchas a mano en el río Nalón. Ese mismo día, con sólo 18 años, se alistó como miliciano. Participó en enfrentamientos armados en Oviedo, Tarna y Tineo, y posteriormente fue enviado al País Vasco. La retirada hacia Asturias como consecuencia del avance de las tropas franquistas y la definitiva caída de frente Norte, en octubre de 1937, forzó la huida al monte de cientos de milicianos, entre ellos Manolín el de Lorío.

«En los primeros años había combates todos los días. Había mucha gente que se había echado al monte, pero también había mucha fuerza franquista. Tenían tiendas de campaña en la cima de cada monte y cada tres o cuatro kilómetros en las carreteras; si no conocías el terreno, tenías choques a todas horas», relata Alonso. Pronto la escasez de armamento y balas empezó a limitar la capacidad de acción de los fugaos. «A veces no podías hacer mucha resistencia porque no había suficiente munición. Te ibas abasteciendo con la munición que traían enlaces que estaban haciendo la mili o con lo que conseguías arrebatar a la fuerza franquista; pasó como en la Guerra Civil; si llegamos a tener más armas, todavía están corriendo».

La concentración de Guardia Civil, regulares y contrapartidas en el monte, y la utilización de métodos de represión para cercenar el apoyo a los fugaos en los pueblos motivó que la supervivencia se convirtiera en un reto diario. «Conseguías comida donde podías. Había enlaces que traían harina, patatas y otros alimentos, y también se llevaban a cabo golpes económicos en las aldeas; mientras uno quedaba vigilando el resto recogía comida que cocinábamos por la noche en el monte», relata Alonso. A la hora de bajar a los pueblos maquis y enlaces utilizaban sus particulares «semáforos». Una prenda de un determinado color colgada en un tendal o un trapo colocado en un alféizar informaban sobre si había fuerzas franquistas en las proximidades.

La búsqueda de refugio también obligó a los fugaos a afinar el ingenio. Cuadras, cuevas y una simple manta para pernoctar al raso dieron cobijo muchas noches. Sin embargo, lo habitual era construir chozas camufladas entre el paisaje para protegerse del frío y de los rastreos de las fuerzas franquistas. «Teníamos un serrucho para cortar madera. Las chozas las hacíamos con ramas o con piedras, y las cubríamos con tejas que ibas cogiendo en cada corral. Por encima se ponía una capa de musgo para que quedara camuflada», explica Alonso. El mismo proceso se repetía con asiduidad: «Si daban con una choza, había que cambiar de zona y hacer otra. Estar un mes en el mismo sitio ya era una barbaridad».

Manolín, que durante un tiempo formó parte de la partida de los Caxigales,y frecuentó los montes y pueblos de Caso, donde su memoria todavia permanece en los mas viejos, siempre fue partidario de grupos guerrilleros reducidos -«cinco personas, y tirando largo, seis»- para evitar dejar rastros. Cuando nevaba las cosas se complicaban, porque las huellas nos se podían soslayar: - Alguna vez tuvimos que caminar culo atrás para despistar a la "fuerza". Caían unas nevadas de miedo; había que quedar "achantaos" en la choza hasta que se iba quitando, racionando la comida que tenías-.

En esas largas noches de invierno Alonso y sus compañeros limpiaban las armas, jugaban al tute o recordaban a los que se habían quedado en el llano, expuestos en primera línea. La tía que crió a Manolín murió tras ser arrojada por una buhardilla de un improvisado cuartel en El Condao, tras sufrir la enésima paliza, según él mismo recuerda. «La represión fue brutal, el enano del Pardo era peor que Nerón. Tenían aterrorizada a la gente», esgrime.

Un chivatazo acabó con la fuga de ocho años de Alonso. Sorprendido en una cuadra por las fuerzas franquistas, intentó escapar entre las vacas, pero las heridas causadas por una bomba de mano y varios disparos truncaron el intento. «La vida del maqui es pésima, no se la deseo ni a mi peor enemigo. A pesar de todo lo que pasé, no me arrepiento de nada, porque sin lucha no caminamos», concluye. ¡ Extrañas palabras, para los tiempos que corren ! Sobre todo viniendo de un hombre, que como nos recuerda, volveria a realizar aquella vida, si las circustancias y los años se lo permitieran.
Nos quedamos con su última frase " Sin lucha no caminamos"
Nos suena extraño ¿verdad? Eso ahora no se trae.