miércoles, 22 de octubre de 2008

El cazaorín de Caleao


Este personaje, nacido en el año 1744 y muerto en 1817, pasó su vida en Brañafría, caserío del pueblo de La Felguerina, que en aquella época pertenecía a la parroquia de Caleao. Allí, contando él con 16 años y ella con 14, se casó con una mujer llamada Cecilia, con la que tuvo cuatro hijos, Antonia, Nicolás, casado este con Bárbara González con una hija llamada Francisca Glez, Gaspar y Teresa. En sus años como cazador dio muerte a infinidad de animales salvajes tales como corzos, rebecos, jabalíes, lobos y hasta, según cuentan por estos pueblos, 99 osos. Esa facilidad innata para el disparo llegó a los oídos del rey Carlos IV, gran amante de la caza, que hizo que le llamarán a palacio para compartir con él una cacería y poder comprobar así con sus propios ojos si la fama de este cazador asturiano era o no tan merecida. A este viaje a Madrid, llevó José González su vieja escopeta envuelta en cintos de cuero para, con ese aspecto tan poco estético, evitar que el monarca pudiese encapricharse de ella. Tras la cacería llegó la hora de recoger la caza, momento en el que el casín afirmó que todas aquellas aves que tuviesen un tiro en la cabeza, que por cierto eran la mayoría, habían caído muertas por uno de sus disparos. El Rey, no contento con tal exhibición de puntería invitó al cazador a que disparase sobre una moneda que previamente se le había colocado sobre la cabeza a un condenado a muerte. La moneda quedó destrozada de un solo disparo, sin que el tembloroso reo sufriera daño alguno y ganase con tal peripecia su libertad. Esta última anécdota circula desde hace muchos años por Caso, dándole algunas personas total veracidad, tildándola otras de simple leyenda. El rey, convencido finalmente de las valiosas cualidades del casín, tuvo a bien intentar convencerle para que se quedase con él en palacio y para ello le hizo la siguiente promesa “Pida usted tres cosas que yo le pueda dar”.
José González, que era un hombre de gran generosidad, pidió tres cosas pero ninguna para él: munición libre; concesión para el pueblo de Caleao de la propiedad de El Puerto de Contorgán, así como la explotación de sus pastos de forma exclusiva y por último y quizá la más importante; derecho a llevar los ganados casinos a pastar en el invierno a la Marina de Villaviciosa, sin pagar nada por ello y la obligación de dar siempre cobijo en las ventas y mesones a todos los que de Caso proviniesen y tuviesen necesidad de ello, esta última petición seria en todo caso un refrendo de la que concedió Juan II en 1447 al concejo casín “ para que esti non se despueble y mejor se pueble “ muchos años atrás. De estas tres concesiones reales tan solo se mantiene la segunda de ellas, al haberse revocado las otras dos, en el caso de la marina libre después de la guerra civil al parecer por negarse a pagar un pequeño tributo fiscal de escasa cuantía. Curiosamente, con la separación de la parroquia de La Felguerina de la de Caleao, ésta primera quedó sin los derechos del puerto de Contorgán, a pesar de ser uno de sus vecinos la que consiguiera tal privilegio.
Cuenta Oscar Aladro, vecino de Brañafria , en la misma casa que perteneció al cazorín, que su antepasado era un hombre analfabeto y sumamente generoso. En una ocasión, durante su estancia en Madrid al lado del rey, éste le llevó a la mejor armería de la capital para que escogiese la escopeta que quisiese de todas las que allí había. Después de un rato mirando las armas, se marchó finalmente sin comprar , al entender que no había necesidad de hacer gasto pues ninguna de las que había visto superaba la puntería conseguida con su vieja escopeta. Otro dato que apoya la generosidad mencionada anteriormente por Oscar fue el hecho de que, cuando el cazador regresó de palacio tras pasar allá aproximadamente media docena de años, fue obsequiado con un buen puñado de monedas de plata, de las cuales ninguna llegó a Brañafría, quedándose por el camino, en manos de aquellos que a José González le parecía más lo necesitaban. Al cazaorín de Caleao no se le escapaba ni un rebeco aunque tuviese que estar dos días persiguiéndolo por el monte. En una ocasión, se encontró José en Picucuervo dos osos amarrándose, y decidió esperar pacientemente a que se dieran muerte uno al otro. De esta forma, creció aún más su leyenda al conseguir dar muerte a dos osos sin disparar un solo tiro. Otra leyenda referida a él, se refiere a que estando en los montes de Caleao, abatió un oso de gran tamaño. Al no poder manejarse el solo bajó al pueblo a pedir ayuda, no sin antes cortar un trozo de la lengua del animal que guardó en el zurrón, mientras tanto otra partida de caza allerana, se encontró con el animal abatido y decidieron atribuirse la hazaña. Al llegar José González al lugar donde estaba el oso , se encontró con que este había desaparecido, siguió el rastro y cerca de Felechosa se encontró con los felices cazadores que estaban celebrando la "hazaña" y alabando al que se arrogó su muerte, hízose nuestro paisano el despistado y dio vueltas alrededor del oso, al final les preguntó si no se habían fijado en un detalle. ¿ Que detalle, José? pues este hombre era muy conocido en todos los sitios, ¿ Non vos fijastes que esti osu non tien llingua ? Sorprendidos de esta afirmación le abrieron la boca al animal y vieron que efectivamente carecía de lengua, al no saber explicar la causa lo achacaron a que igual al verse herido el propio oso se la mordió, queriendo de este modo dar por zanjada la situación un tanto embarazosa. Ante esa respuesta el cazaorín de Caleao abrió el zurrón y sacando el trozo de lengua les dijo con sorna ¿ Non será esta por casualidad la llingua quei falta al osu? quedando de esta forma descubierta la fechoría que habían realizado los cazadores coyanes, que no daban crédito a la sagacidad de José González
En el "Asturias" de Canella y Bellmunt se menciona al cazador de Caleao José González fallecido a los 83 años en su casa de Brañafría;se cuentan de él grandes hazañas,peligros y blancos excepcionales. Notable fue la hazaña cuando ganó tres onzas de oro y dos pellejos de vino,en un certamen celebrado en Villa (Langreo) siendo espectador notable don Juan de Dios Bernaldo de Quiros (padre de don Pepito); en este concurso José González se midió con las mejores escopetas de las riveras del Nalón desde Caso a Pravia. Según se recoge en la monumental obra de Canella el cazador de Caso se marchó de la Corte de Carlos IV por no avenirse a las ceremonias cinegéticas de la regia etiqueta al uso, y aunque el rey le concedió alguna prerrogativa de tipo económico,parece ser que falleció con gran estrechez y fue enterrado junto con su esposa Cecilia en el tercio medio de la Iglesia de Sta Cruz de Caleao, adornado con el hábito de San Francisco, cosa habitual en aquellos tiempos donde este santo de "la marina" tenia gran predicamento entre los casinos.
Tambien y de forma extraña no se menciona nunca en los documentos a los que tuvimos acceso el apellido Prida, y si se nombra De Luis como segundo, por lo menos en el acta testamentaria, que creemos documento fiable por ser oficial.
Actualmente se conserva en poder de Arcadio de Caleao la bolsa de cuero con las bolas las bolas de plomo que introducía en el cañón, después de llenarlo de pólvora en aquella remendada escopeta del que desconocemos su fin.

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