lunes, 20 de octubre de 2008

Enganchado a la vida







Han pasado ya unos cuantos meses , ocho aproximadamente, y aquí estoy de nuevo enganchado a la vida, resistiendo lo posible para no perder ese tren para el que todavía me queda saldo en mi billete, que tiene que enseñarme esos lugares que desconozco, que le falta por mostrarme a tantas personas de las que puedo aprender aunque sea un poco, que necesito necesariamente seguir en ese largo viaje que es la vida, solo un poco más . Es curioso lo que me pasa cuando salgo de situaciones complicadas, parece como si me metiesen por las venas, aparte de las medicinas que me curan, algo que me empuja a seguir con la ilusión de realizar cosas, de sentir curiosidad por aprender , de conocer a gentes, de implicarme en tratar de que algunas cosas se vean un poco mejor, ó simplemente dedicar un poco de mi tiempo a las personas que necesitan que alguien les preste atención. Doy las gracias a todos los que de alguna forma estuvieron a mi lado en los momentos difíciles, los que con su presencia me ayudaban a ver las cosas de forma más positiva, y por supuesto a los que con su ciencia y con sus manos, recompusieron el maltrecho cuerpo y lo dejaron listo hasta la siguiente ITV, y especialmente a una persona que desgraciadamente ya no esta con nosotros, compañero en la última etapa de mi estancia en el hospital, su corazón no tuvo la fuerza que el mio, pero los momentos que compartimos me dejó grabada su enorme vitalidad, su sabiduría, y el aplomo con que afrontaba lo que el sabía que era una batalla que dudosamente iba a ganar, precisamente por su condición de médico. A él, a Carlos Rendueles le debo este agradecimiento, y las cosas que realize las hare un poco en su memoria. Gracias, Carlos, donde estes.
Este es un relato sacado de su blog donde se ve la enorme sensibilidad de este hombre cuando se reencuentra con su perro, despues de una anterior estancia en el hospital:
Hacía más de dos meses que no te veía. Ni siquiera pude verte desde lejos.Durante todo ese tiempo fue imposible. No pude tenerte a mi lado.Debo reconocer que toda la culpa fue mía.Estuve ausente durante todo ese tiempo, en los muchos y amplios términos que pueda tener la palabra “ausente”.Fue mucho tiempo sin percibir tu presencia junto a mí. Sin notar tu dulce mirada fija en la mía. Sin poder acariciarte. Sin sentir el calor que emanaba tu cuerpo cuando dormías a mi lado.
Te eché de menos. Mucho. Temí no volver a verte.
Puedo decirte que para mí eres hermoso. Pero no solo me gustas por tu aspecto externo. Tu manera de comportarte, tu forma de ser, cariñoso y noble, hace que te quiera aún más si cabe.
Por eso, cuando volvimos a vernos, cuando sentí y vi tu reacción de cariño que rayaba en la locura...
Lloré de alegría. Lloré por dentro como pocas veces recuerdo en mi vida.
Te abracé con todas mis fuerzas, te acaricié y, con dificultad, te sujeté entre mis brazos, mientras intentaba disimular las lágrimas que luchaban por salir de mis emocionados ojos, en un intento de responder a tus demostraciones de cariño.
Mientras te abrazaba, pensé en aquel anciano que, con mirada triste, me pronosticó que serías el mejor
amigo que iba a tener en mi vida.

No hay comentarios: